Un globo terráqueo es un objeto, quizá, en vías de extinción: quién necesita una esfera del mundo sobre su escritorio teniendo satélites ahí arriba y pantallas aquí abajo. Sin embargo, desde el Price nos gustaría que esta fuera la forma del programa de mano de Circo en Otoño: una bola del mundo para llevarte a tu casa, para ponerla sobre tu dedo índice y hacerla girar y girar hasta encontrar a cada una de las compañías que nos visitan en tres meses. Australia, Canadá, diez países de Iberoamérica, o un proyecto como Crece, que convoca a artistas de circo de todo el mundo; el giro se detiene también en la península ibérica y señala varias veces, porque participaremos en proyectos de conexión con el sector circense estatal.
Esta temporada somos mapas y latitudes. La esfera terráquea se convierte en una bola de malabares, o en una pelota gigante sobre la que hacer equilibrios. Imagínate a ti misma, a ti mismo, jugando con ese mundo. Viaja rápido, viaja despacio, habla todas las lenguas: esta ha sido siempre la vida de circo, indiscutiblemente nómada, pero arraigada a un origen o casa donde reposar el cuerpo para la siguiente aventura. Las creaciones que nos visitan sin duda traen algo de su casa de origen -un sello, una escuela-, pero no se trata de ondear banderas e insistir en ellas. Al final lo que agitamos aquí es, como decía el poeta peruano José Watanabe, “tu verde banderita, poesía”.
María Folguera, Directora Artística del Teatro Circo Price